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Entre los notables periodistas de la cabecera catalana se encuentra Tomás Alcoverro, una de las personas mejor informada y con opinión más libre sobre Oriente Medio y el embrollo infinito allí montado.
Esta semana, Alcoverro vuelve a dejar en evidencia algo que la mayoría pensamos pero que nadie parece querer decir en voz alta. El nombramiento del cómplice de la guerra de Irak como enviado especial del proceso de paz entre Palestina e Israel es demencial. Si al destructor del verdadero laborismo (el de McDonalds y Atlee) había que buscarle un retiro de prestigio alguien podría haber pensado en un puesto menos delicado y en el que hiciera menos daño. Se me ocurre a bote pronto que seria un buen sustituto de Rato y a nadie le molestaría un mentiroso liberal a la cabeza del FMI.
Nadie puede pensar que sólo en base a su supuesto prestigio y a su carisma, Blair va a hacer olvidar a los árabes su pasado de amigo privilegiado, otros hablarían de perrito faldero, del líder más tonto que jamás ha tenido el planeta. O sus posiciones abiertamente pro-israelíes.
No parece que nadie tenga intención de terminar verdaderamente con el conflicto y una buena manera de dejar correr el tiempo es empezar una nueva etapa con un mediador en el que no cree una de las partes.
Mientras tanto Israel se vuelca en apoyar a Fatah, lo cual no creo que pueda ser sino contraproducente para el propio Fatal en cuanto a su prestigio entre la población de Palestina.
Seguimos contando muertos…
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