domingo, julio 23, 2006

Pidiendo perdón

Ante la aparición de innovaciones tecnológicas, los asentados medios tradicionales son presa de miedos que suelen conllevar dos reacciones:
a) El desprecio al nuevo invento y el menosprecio a su durabilidad.
b) La alerta sobre los males que el nuevo objeto genera en la sociedad.

Hoy El País se destaca con un editorial dedicado casi en exclusiva a youtube.com, al hilo de un reportaje en páginas interiores, en el que es de agredecer el tono un poco más reposado Tras varios reportajes en las últimas semanas advirtiendo de los peligros de desagragación familiar, de incomunicacion (sic), de desapego y otros muchos que llevarían asociadas las herramientas Internet de mayor uso (MSN, chats, espacios compartidos etc...).

Resulta que nos hemos estado quejando en los principios de los noventa de la pasividad de la generación X, del individualismo y de la incomunicación y del materialismo. Y ahora cuando las nuevas generaciones se dedican a participar activamente en la construcción de la comunicación compartiendo sus realizaciones o manipulando fuentes diversas, poniendo a disposición de todo el mundo sus trabajos y comunicandose entre sí más que nunca anteriormente... ahora las quejas son otras.
No hay duda que el abuso de Internet conlleva riesgos y que para niños y adolescentes las puertas abiertas son excesivas pero ¿No será que esos diez minutos menos que pasan los españoles frente a la televisión duelen en los bolsillos de los mass media tradicionales? Habrá que pedir perdón por ver menos la tele.

Chiies y sunies en Oriente Medio

Interesante análisis de Tomás Alcoverro en La Vanguardia:

Un pueblo aplastado por intereses internacional

Las guerras del Líbano empiezan siempre fácilmente pero nunca se sabe cuando acabarán. Recuerdo que cuando comenzó aquella guerra civil o incivil, un radiante día de la primavera de 1975, los libaneses empezaron a contarla por semanas o por "rounds" como en los combates de boxeo en los rings. La guerra duró nada menos que quince años, hasta 1990. Y cuando el jefe del gobierno israelí Menahem Begin y su ministro de Defensa, Ariel Sharon, ordenaron a sus soldados invadir Líbano en otro verano de 1982, que al principio debía tener un objetivo limitado -dominar una zona de 50 kilómetros de profundidad en territorio libanés a partir de la frontera israelí para arrancar de cuajo las bases guerrilleras que hostigaban las localidades de la Alta Galilea-, las tropas expedicionarias llegaron a Beirut y ocuparon sus barrios, con lo que se rompió la convención de que nunca se ocuparía una capital árabe, tras una dura ofensiva militar de varios meses.A la semana de esta guerra asimétrica entre el poderoso ejército de Israel y la combativa organización chií libanesa de Hezbollah, nadie barrunta el tiempo que este nuevo conflicto armado podrá durar. Los habitantes de Líbano han quedado, de nuevo, atrapados en una guerra impuesta que les aplasta y les desborda porque, desde el principio, tiene una complicada y confusa dimensión internacional en la que están implicadas la república islámica de Irán y Siria, además, evidentemente, de EE.UU. con su completo apoyo a Israel. En 1982 las circunstancias internacionales eran menos complejas. Al derrotar los israelíes a la Organización para la Liberación de Palestina, que se había establecido a sus anchas doce años antes, en Líbano sus combatientes fueron expulsados de esta frágil república levantina. Eran fuerzas armadas extranjeras. Pero cuando se concluya la terrible ofensiva militar contra Hezbollah, que ha provocado una hecatombe humana y ha hundido al Líbano en una brutal devastación, los guerrilleros del "Partido de Dios" continuarán en esta tierra, que es la suya, porque son libaneses chiíes del sur o de los suburbios de Beirut. Es decir, por más destruido y debilitado que resulte, Hezbollah no dejará de ser la organización política más importante de la comunidad chií del Líbano, la más numerosa de este estado confesional.Muchos libaneses han echado en cara al secretario general de Hezbollah, el jeque Nasrallah, su desafiante acción contra Israel, que ha desencadenado esta injustificable venganza, tan mortífera como destructora que, literalmente, ha desarbolado su convaleciente país. Le han acusado de tener más en cuenta los intereses estratégicos de Irán o las conveniencias de Siria, que las verdaderas necesidades de Líbano. Y es que este nuevo conflicto armado en el Líbano ha estallado cuando el régimen de Irán se encuentra acosado por los EE.UU. por su polémico programa nuclear, cuando el "Rais" Bachar el Assad de Siria, fue puesto en entredicho por su intervención en el Líbano y su apoyo a los grupos políticos radicales árabes, ya sea Hamas o Hezbollah, considerados como terroristas por gobiernos occidentales, y en medio del trasfondo de vela de armas ideológicas y políticas entre las dos grandes comunidades musulmanas del Islam, la suní y la chií.Ya desde hace un cierto tiempo el ascenso político de los chiíes en Iraq, que refuerza las esperanzas de sus correligionarios en Oriente Medio, preocupa a los países árabes suníes de la región, como Arabia Saudí, Egipto o Jordania. El rey Abdallah II, de la dinastía hachemita, ya advirtió sobre la aparición de este "creciente chií" desde Teherán a Beirut, pasando a través de Damasco, que puede perturbar el siempre precario e incierto 'status quo' de Oriente Medio. Ninguno de estos gobiernos árabes ha defendido al Hezbollah chií y proiraní e incluso el ministro de Asuntos Exteriores saudí, ha calificado su acción de "aventurista".El pequeño y vulnerable Líbano sigue siendo palestra privilegiada para dirimir con todo el poder de las armas esgrimidas desde Israel, Irán, Siria y antaño también las organizaciones palestinas, sus conflictos, sus choques ideológicos y estratégicos o sus aspiraciones de dominio regional. Si los dirigentes radicales del nuevo régimen iraní pueden fomentar la guerra, el gobierno de Ehud Olmert aprovecha esta ocasión de destruir Hezbollah en preparación de un eventual enfrentamiento con la república islámica de Irán. Ni la vida, ni los padecimientos, ni la devastación de la población libanesa importan mucho para ellos.